La película Emilia Pérez ha dado mucho de qué hablar desde su estreno. Para quienes no la conocen, es un musical dirigido por Jacques Audiard que trata sobre un jefe de cartel mexicano que decide cambiar de género y fingir su muerte. Aunque ha sido nominada a 13 premios Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Actriz para Karla Sofía Gascón, en México ha sido todo menos bien recibida.
Muchos mexicanos se sintieron ofendidos por cómo se representó al país, el elenco principal no es mexicano, y esto dio a notar. Los actores no hablan bien español, su pronunciación es mala y hay diálogos que simplemente no tienen sentido porque la traducción fue mal hecha. Esto ha generado una desconexión total con la audiencia mexicana, que no logra identificarse con los personajes ni con la historia presentada.
Otro punto que molestó es la forma en que se retrata la cultura mexicana. Se percibe como una visión ajena y superficial del país, basada en estereotipos y clichés. El musical y las expresiones de los personajes no coinciden con la realidad de México, lo que ha llevado a muchos espectadores a sentirse ridiculizados en lugar de representados.
Pero lo que terminó de encender la polémica fue cuando se descubrieron publicaciones antiguas de Karla Sofía Gascón con comentarios ofensivos y racistas. Aunque la actriz se disculpó, el daño a la percepción pública ya estaba hecho. Netflix, la plataforma que distribuirá la película, decidió distanciarse de la actriz en sus campañas promocionales para evitar mayor controversia.
Advertisement
El impacto en la mercadotecnia
Desde una perspectiva de mercadotecnia, toda esta polémica ha generado una enorme visibilidad para Emilia Pérez. La controversia en sí misma ha mantenido la película en el ojo público, lo que ha provocado que muchos sientan curiosidad por verla. Sin embargo, en México el descontento ha sido tan fuerte que ha generado un boicot en redes sociales, con muchas personas negándose a verla en cines como protesta.
Esto demuestra cómo una mala representación cultural puede afectar el éxito de una película en un mercado específico. Aunque la controversia puede ser una estrategia de marketing efectiva en algunos casos, cuando se trata de la identidad y el respeto a una cultura, el impacto negativo puede superar cualquier beneficio publicitario. En el caso de Emilia Pérez, la película puede estar ganando notoriedad a nivel internacional, pero en México perdió la batalla.